jueves, 29 de septiembre de 2011

Detalles

Han sido muchos días hablando de Addis, y en algún momento hay que poner punto final. Así que mañana, coincidiendo con final de mes, agradeceré todo lo recibido, y el sábado empezaremos nuevo tema.

 Ha faltado espacio para compartir un millón de detalles sorprendentes:
  •  Los trozos de limón que los niños toman a palo seco (imagino que va muy bien para la salud). Incluso se lo dan a los pequeñajos de casi un año.
  • La suerte de no haber tenido que utilizar el collar de perros antipulgas (tenemos una foto de una voluntaria con su collar antipulgas en el tobillo que utilizaremos convenientemente cuando sea famosa¡)
  • Las medallitas de los niños, los columpios, como los chavales se sabían el himno del barça, ...
Tampoco ha sido suficiente el tiempo para hablar de tantas personas impresionantes.
  •  Las trabajadoras del centro que con infinita paciencia cuidan de los numerosos niños.
  •  El maestro, como salido de una novela antigua Humilde, paciente y amable.
  • El niño sin movilidad en las piernas, que arrastrándose con los brazos llegaba hasta su sitio en el comedor y apoyándose se subía a su "silla-silloncito" (allí el que puede hacer algo por si mismo, lo hace. Sin pensar en lo que los demás pueden hacer por ti)
  • De la zona de mujeres, una muy especial. Va en silla de ruedas y no es muy alta. Se emocionó al oírnos hablar, y en seguida nos saludó en español. Una voluntaria le había enseñado el idioma y al irse, ella seguía aprendiendo en plan autodidacta, con un libro de lengua castellana. Tenia muchas ganas de que alguien le siguiera enseñando. Allí, en un centro en Addis, donde yo ya habría tirado la toalla, una mujer en silla de ruedas, suspira por aprender español.
  • Daniel y Dawid de 10 años.  
Daniel va al centro a estudiar, comer y cenar, pero duerme fuera. Resaltan sus ojos grandes, ingenuos, sorprendidos y la enorme sonrisa que aumenta cuando aprende algo nuevo. Tiene infinitas ganas de conocer, de entender. Aprendió rápido a jugar a “oso”, aunque no era tan bueno como las chicas. Un tanto tímido e inocente, al ser del grupo de los mayores, los de 10 años, se nota que domina la vida en el centro.
  
Dawid, con su chandal marrón con capucha y un conejo disney dibujado en la espalda, vive en el centro. Es muy espabilado, de los que son cabecilla, líder de grupo.
No es de sonrisa fácil, pero tampoco es serio. Está siempre muy atento. Sabe cuando es el momento adecuado para pedir un globo, caramelo o clinex, cuando ayudar, cuando solicitar ayuda, cuando ir sólo o jugar con el resto de niños.
Y como impartir justicia cuando se pelean los otros niños (o sea dar un empujón al que no tiene razón). Es listo y seguro, pocas veces se le ve correr

Cuando, recogiendo el material, no pude encontrar las tijeras, le pedí a Dawid que por favor, las localizara. Era importante, no porque hubiera mala fe, sino porque en el centro hay niños muy pequeños que se pueden hacer daño. Lo captó en seguida. Fue arriba y abajo, hablando con unos y otros; sospecho que dio un par de collejas. Y volvió con las tijeras.

Como si fuera el hermano mayor, se siente responsable y jefe de su zona del centro, de los chavales huérfanos.

Solo si te fijas, al verlo caminar se le nota algo raro. Tiene una pierna mucho más corta que la otra, acaba un poco más abajo de la rodilla.

La diferencia arreglada con ortopedia (no de última tecnología precisamente) casi no se nota escondida bajo el pantalón.
Solo si te fijas cuando anda. O cuando le toca llevar el pantalón más corto.

2 comentarios:

  1. Buenos días Miriam. Espero que despues de describirnos tan bien ese delicioso jardín de Dios nos hables un poquillo de los frutos que has podido comer allí.Un abrazo.

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  2. Ha dedicado una o dos líneas a cada una de esas personas y uno se queda pensando en tantas vidas que un día serán contadas y en el cuento que valdrá la pena escuchar y que escucharemos sin cansarnos nunca.

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