jueves, 12 de agosto de 2010

Luna de miel

Esperó un par de semanas, y fue a verlo.

Hablaron del día de la boda, de los nervios de la mañana, y de las risas y lágrimas de familia y  amigos. De la profundidad  de la homilía y lo emocionante del “sí quiero”.

Hasta que ella se echó a llorar. No sabía a quien contarlo; se moría de vergüenza, pero el secreto la estaba matando. La ceremonia no había terminado.

Fueron tres preguntas claves, claras y discretas, directas al fondo, sin regodeos ni decorados.

Con las respuestas de ella, los estudios y horas de conversaciones de él y ese viento que siempre soplaba cuando hacía falta y él sabía escuchar, la conclusión era bastante clara.

Y al final un consejo: "Coge tus cosas y esta noche a casa de tu hermana. Si para él es un camuflaje, no te arriesgues a que firme el contrato"

No hay comentarios:

Publicar un comentario