martes, 17 de agosto de 2010

Extremadamente delgada

Encendió una vela en el altar de La de los desamparados, y dejó junto a la llama una súplica. Era una anciana.

El sacerdote volvía a casa, sobre las nueve, ya oscurecido.
Por las calles del casco antiguo, en uno de los portales, un bulto. Se acercó.
Apenas se veía, era una mujer de unos treinta años, acurrucada, extremadamente delgada; parecía dormida. Pero había algo en su respiración, en el blanco de su cara, en los temblores de la mano... No era un sueño normal
Se acercó al bar de la esquina y pidió que llamaran a una ambulancia. Volvió junto a ella.
La despertó, le cogió  la mano e intentó hacerla hablar. La chica mezclaba palabras, con lágrimas, sollozos y más palabras.
Cuando llegó la ambulancia ella no le soltaba. La acompañó al  hospital, esperó los resultados de las primeras pruebas, no desesperó cuando tardaron en asignarle habitación y cuando todo parecía encarrilado, prometió volver al día siguiente, o sea ese mismo día pero por la tarde.
Se metía en la cama a las 4 de la madrugada.
Había que dormir un poco, para poder celebrar en la parroquia vecina la Misa de las siete.

En el altar de La de los desamparados, la Madre sonreía. Con la ayuda del párroco, había atendido la petición de la abuela.

3 comentarios:

  1. He de suponer que la chica padecía una anorexia nerviosa terminal y que su propia madre , quizás harta de ver sufrir a su hija y a ella misma se a trevíóa oedir que dios se la llevara de este mundo?
    Con ternura
    sor.cecilia

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  2. Gracias por el comentario.
    Ah y genial la entrevista que le hicieron y que reflejó en su blog
    Sobre la historia es un final abierto.
    En la historia real (todas las de este mes tienen una base real)la chica había llegado a la ciudad buscando un futuro mejor, se le complicaron las cosas, malas compañias, y al final no se atrevía a volver a su pueblo sin trabajo y enferma;por aquello de que nadie pudiera decir que había fracasado.
    El sacerdote la puso en contacto con unas monjas que le ayudaron a buscar trabajo. Ella no quiso que le pagaran un billete de vuelta, por eso de volver a casa con la cabeza alta
    Y hasta aquí lo que sé
    Un abrazo

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  3. Hola. Me pareció una madre, ya anciana que hacía mucho perdió una hija, y machaca que machaca a la Virgen, un día se lo concedió. Su hija dejaba la vida de calle encontrando 'un buen samaritano'. Preciosa historia abierta. Gracias hermana.

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