martes, 24 de agosto de 2010

Carritos en la calle 2/2


Así es Nacho, pero ahora de cura, blanco y negro y dedicado cien por cien a sus anhelos.

Sigue hablando con la gente de la calle, pero algunos al identificar su entrega, le insultan, se burlan y le gritan. O se acercan zalameros para sacarle dinero, y una vez conseguido, desde lejos, le escupen. Otros le tratan con respeto y le ofrecen lo poco que tienen sea comida, una silla o el trocito de sonrisa que rescatan de una vida de tormentas.

Nacho dice que aunque parezca lo mismo, ahora es distinto. Ahora representa al Jefe, y los distintivos le ayudan a no olvidar a Quien representa y de Quien recibe su capacidad de ayudar. Y sobretodo a Quien lo debe todo. Ya no es él el que actúa. Yo, con ese lío de palabras, no le entiendo.

Sólo sé que cree en lo que hace.
Escucha a quienes nadie hace caso, con infinita paciencia. Sin cansarse de historias tristes, sea la de una madre abandonada, un crónico o alguien a quien se le ha muerto un cactus. Y nunca, nunca jamás dice a nadie que sus penas no son importantes o su dolor es pequeño. No juzga, no obliga; tampoco  les miente. Se acerca a los corazones, poco a poco, para no hacer daño.

Nacho simplemente  quiere. Quiere hasta que le duele

Le veo feliz. Algo envejecido, pero contento.

1 comentario:

  1. Hola."simplemente quiere. Quiere hasta que le duele"; me tengo que aplicar con alegría. Gracias.

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