jueves, 15 de julio de 2010

Acaríciale un poquito el corazón, mi ángel

No sé que les pasa a mis ojos. Hoy están llorosos.
Al salir del trabajo me he dirigido al tanatorio. Antes de entrar me he cruzado con Pablo; comenta que María está muy tocada.
Hace sólo unos meses falleció su madre, y su padre no ha tardado en reunirse con ella.
Esta triste. Mírala a los ojos
Ahora ya no tendrá con quien subirse a la máquina del tiempo y volver al pasado. Recordar escenas de la infancia, excursiones, amigos, vecinos raros, el primer coche O buscar en la memoria el nombre de esa ciudad que visitaron, el hostal y  las anécdotas del cole
Cuando entre en el piso, los ojos volaran al sillón, y al no encontrarlo recorrerán la sala. Mientras, la  cabeza intentará frenar esa búsqueda desesperada con una buena dosis de racionalidad, sin conseguirlo
Echará en falta sus llamadas por teléfono Y mil veces al día pensará en lo que le contará cuando llegue a casa, para caer en que la comunicación visual ya no es posible
Y desde el cielo, los dos, papá y mamá, la mimarán

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