Es domingo y empieza la semana.
¡Me encanta el sistema anglosajón de empezar con un día de gran fiesta general seguido por los laborales¡
La semana anterior fue complicada. Demasiadas noticias negras, de accidentes, de malas pasadas, de envidias profesionales, de ataques ante orgullos supuestamente heridos, de agresión a los más débiles, de amores torcidos, cariños desgastados ....
Ésta en cambio arranca de forma especial.
Cada domingo trae un regalo que se va desplegando en los siguientes seis días, de forma gradual o intermitente. Y hoy la sorpresa ha llegado dentro de una caja de cartón, cuadrada, con un paisaje de montañas inmensas coronadas de nieve, árboles frondosos, ríos de verano y flores de mil colores pintados en sus lados. La tapa de azul cielo con blancas nubecitas deshilachadas. En el interior, arropado en papel luminoso, el obsequio: una enorme porción de esperanza confirmada.
Se aplica en el rostro con un efecto mágico, pero de corta duración.
Por un momento anula los efectos de esa lupa invisible y maquiavélica que colocandose delante de los ojos, aumenta exageradamente la mezquindad real y nubla la visión de la belleza del mundo.
Ésta semana será diferente.
Ahora ya sé que todo el mal que ven mis ojos, queda infinitamente sobrepasado por el enorme bien que no ven.
Mi cajita de esta semana me ha dejado la piel, barnizada de purpurina verde
No hay comentarios:
Publicar un comentario